El síndrome de Alström se caracteriza por la distrofia de los conos (células que permiten la visión durante el día y la visión con colores) y de bastones (células que permiten la visión nocturna o en lugares poco iluminados) en la retina, el tejido ocular interno sobre el que se proyectan las imágenes y en el que las señales lumínicas se convierten en impulsos eléctricos que llegan al cerebro y generan la visión.

El síndrome, además, está asociado a pérdida auditiva, hipertrigliceridemia y obesidad, hiperinsulinemia, diabetes mellitus tipo 2, miocardiopatía dilatada (MCD), fibrosis multiorgánica hipogonadismo/hiperandrogenismo, enfermedad respiratoria crónica, y disfunción renal y hepática progresiva.

Por lo general, la distrofia retiniana de conos y bastones tiene un fuerte factor genético y se desarrolla unas pocas semanas después del nacimiento, aunque la forma y edad de aparición de los primeros síntomas son muy variables entre pacientes. Entre sus síntomas se encuentran la presentación de nistagmo (movimiento involuntario de los ojos) y fotodisforia (alta sensibilidad a la luz).

Desde una perspectiva oftálmica, es una enfermedad ocular grave, ya que de una manera progresiva provoca la ceguera total usualmente en la adolescencia. Sin embargo, los síntomas, en muchos casos sistémicos, van mucho más allá, ya que la mayoría de los pacientes desarrollan perdida neurosensorial bilateral progresiva de diferente intensidad, fibrosis multiorgánica, obesidad hiperinsulinemia y riesgos de padecer insuficiencia cardiaca.

No existe tratamiento curativo, por lo cual el objetivo terapéutico se basa en mejorar los síntomas. Al tratarse de un proceso que afecta a muchos órganos, suelen implicarse diferentes especialistas que deben trabajar de forma coordinada, entre los que se incluye el pediatra, el médico de familia, el oftalmólogo, el endocrinólogo, el otorrinolaringólogo y el cardiólogo.

Los rasgos faciales de estos pacientes son inconfundibles: ojos hundidos, cara redonda, orejas marcadas, calvicie frontal prematura y cabello débil. Gran parte de los niños tienen los pies anchos, gruesos y planos, con los dedos de manos y pies cortos y gruesos, sin polidactilia ni sindactilia. Son frecuentes las nefropatías de lenta evolución, las disfunciones hepáticas, las enfermedades crónicas respiratorias, la hipertrigliceridemia y la hipertensión. La mayoría de los pacientes muestran una inteligencia normal, aunque algunos informes señalan retrasos en el desarrollo psicomotor e intelectual.

El síndrome de Alström tiene origen en las mutaciones del gen ALMS1, transmitiéndose como un carácter autosómico recesivo. Su diagnóstico se realiza partiendo de las características clínicas observadas, generalmente sin confirmarlas genéticamente. La identificación de 2 alelos mutados, o del ALMS1 mutado, con los típicos rasgos clínicos, vendría a confirmar el diagnóstico. En caso que se detecten mutaciones ALMS1 en los fetos a riesgo, es aconsejable someterlos a un estudio prenatal y a una orientación genética.

 

Su prevalencia estimada es de 1 caso cada 1.000.000 habitantes en Europa y América del Norte, siendo mucho mayor en determinadas poblaciones con un alto grado de consanguinidad o geográficamente aisladas.

La empresa que investiga en el ámbito de esta enfermedad es Sylentis.